13 de septiembre de 2010

Después de la tormenta




A veces el destino es como una tormenta de arena que no se detiene,
Quieres alejarte pero te persigue
Entonces cambias de dirección
Pero la tormenta sabe cómo encontrarte


Una y otra vez juegas a esto
Como en un baile con la muerte
Antes del amanecer



Esta tormenta no es algo que venga de lejos,
Algo que no tenga que ver contigo.
Esta tormenta eres tú
Algo dentro de ti



Así que todo lo que puedes hacer es dar un paso y meterte de lleno en ella



No lo dudes
Te cortará la carne
La gente va a sangrar ahí dentro, y tú también lo harás
Tomarás esa sangre con tus manos
La tuya propia y la de los demás


Y una vez que la tormenta se haya ido,
No te acordarás de cómo hiciste para sobrevivir
Pero una cosa es cierta…

Al salir de la tormenta,
Tu vida no volverá a ser la misma.





Alejandro González Iñárritu

El peso de la vida




Mucho tiempo he estado ausente, y he olvidado este espacio.
No es que me haya saturado,
No es que me falte inspiración
Es que tal vez he olvidado quien soy yo.


He notado que cuando estoy bien y mi vida es perfecta, me resulta más difícil encontrarme.
Cuando hay algo dentro de mí… algo siniestro y vil,

es cuando puedo hacer lo que arrogantemente llamo: Escribir


Con esto no quiero decir que me encuentre en un estado

de depresión, sino de autodestrucción.
No me encuentro triste, sino en corrosión.

En un estado en el que retomo el vuelo después de haber

derretido mis alas de cera por haberme acercado tanto al sol.

Me encuentro desnudo y desposeído.
Con el corazón en la mano y la voluntad agonizando.


No me preguntaré más quien soy yo, pues conozco la respuesta.
No cuestionaré más que es lo que busco, pues no encontraré jamás solución.

¿Qué si las cosas pueden estar mejor?
¿Qué si puedo encontrar luz en la oscuridad?
¿Superación o autodestrucción?

Ya no hay tiempo para preguntas sin trascendencia.


Eres joven, tienes la vida por delante
Tienes sueños, tienes ilusiones
Esperas mucho de la vida
Combates día a día.

Creas enemigos, creas amigos
Creas una vida llena de significado, llena de sentido.


Vives un sueño perfecto en el que todo está bajo control,
Y cuando las cosas no salen de acuerdo del plan, las llamas errores

Y cuando los errores suceden, te retuerces de dolor…
Al final te das cuenta de que es lo mismo retorcerte
3 meses que hacerlo 3 años,
Que no importa como terminan las cosas,
sino cuanto tardan en terminar.

Y luchas, luchas eternamente por mantenerte a flote,
Pues no “debes” hundirte.
Porque si te hundes, todo colapsa, todo se acaba
Y tu mundo de sueños, se desvanece con tu esperanza.


Pasas tanto tiempo concentrado en no hundirte,
Que de pronto olvidas que tal vez la vida misma

es lo que te jala hacia la profundidad.


¿Cuánto pesa una vida?
Es en este punto en el que te preguntas si tal vez,

para salvarte, tienes que dejarla ir,
Dejar que se hunda en el océano, para así no hundirte tú.



Te olvidas de lo que un día conociste como conciencia
Careces de lo que un día te presentaron por sentido común


Te desvaneces en el agua
El viento te erosiona a tal grado que

vuelves a ser lo que eras al principio…

Solamente polvo.



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El Misántropo


Julio 2010


En la oscuridad de tu recamara.

En la soledad de tu mente. En el vacío
de tu espíritu.
En lo maligno de ser.
Llevas 2 días sin poder dormir.


Llegas a un punto en el que ya nada te satisface, ya nada te llena.
Cada vez es más difícil sentir, y emocionarse por algo parece imposible.


Las mujeres dejan de ser bonitas, la comida pierde su sabor y de
repente te das cuenta de que te odias a ti mismo

tanto como odias al resto de la raza humana.

Todo comienza a ser patético, todo se vuelve ilógico.
Cada palabra, cada pensamiento, cada aspecto de la humanidad te
resulta absurdo.


Pasas tanto tiempo sin poder dormir que mientras la noche se adentra
en horas, te pierdes en la oscuridad de tu propio pensamiento.
Ya nada importa lo suficiente, ya nada vale la pena, y todo sueño,
toda meta, se esfuma y con ellas, muere la esperanza.


Pasas tanto tiempo en la lúgubre prisión de tu mete, que sientes que
jamás saldrás de ahí.
Las fechas, dejan de importar. Y el tiempo pierde importancia con cada
segundo que transcurre.


Te hundes tanto en el pozo, que abandonas toda fe y toda creencia.
Pero cuando sientes que estas completamente perdido, alcanzas a ver
una luz al final del túnel.

Es la luz de las ilusiones. Puedes verlas a lo lejos y mientras más te
acercas a ella, vas recordando el amor que un día sentiste por ellas.
Recuerdas lo mucho que las necesitabas y amabas.


Ellas siempre estuvieron ahí, pero tú les diste la espalda. Las
abandonaste y las olvidaste.
Pero ellas siempre te perdonan y olvidan tus ofensas.

Con un beso tibio te dan la bienvenida y extendiendo su brazo te

invitan a ser amantes de nuevo.
Sin más que perder, aceptas su oferta y decides volver a ver la vida a

través de sus ojos.


Decides que lo mejor de ahora en adelante es amarlas y nunca más
abandonarlas, pues te han rescatado, te han salvado la vida una vez más.

Así que decides creer de nuevo y la esperanza renace en ti.
Las mentiras, las ilusiones, la esperanza de un mejor mañana.



Sientes la vida correr por tus venas de nuevo.




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¿Quién es quién creo ser?


Mayo 2010

Hay una fina línea entre mi realidad y mi imaginación
y yo me encuentro atorado
en algún lugar entre ellas dos.
Perdido en algún lugar entre la tristeza y la euforia,
entre la paz y la excesiva ansiedad.


Por alguna razón mi mente se encuentra saturada
de temas sin trascendencia y de ideas sin coherencia.

Constantemente persigo una conciencia inexistente
y busco una respuesta a preguntas sin importancia.
Vivo en un eterno estado de letargo en el que
cada risa y cada lágrima son tibias, son tenues e insípidas.
Es difícil tratar de explicar que estoy, o no estoy bien
cuando ni yo mismo sé lo que me hace bien y me hace mal.

No se ya lo que quiero, no se ya lo que creo.
No soy quien creo ser, ni creo ser quien soy.

Tengo un enemigo...

Mi enemigo destruye lo que amo, acaba con mis sueños,
destroza mi corazón y pisotea en lo que creo creer.
No soy una buena influencia para mí.
Constantemente me encuentro luchando contra un enemigo invisible, y
constantemente me encuentro en agonía por no poder vencerlo.
Me hiere, me destruye, me desalienta.
Sabe lo que hace, y encantado lo hace.

Podría acabar con él en cualquier momento…
Pero no lo hago, pues le temo a la muerte
y aun hay en mí, algunos sueños inmortales.
Seguiré creyendo, seguiré luchando contra mi enemigo.
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